El agua y la energía están estrechamente vinculadas, y esta relación cobra especial relevancia en la transición hacia fuentes de energías renovables
Mientras que los combustibles fósiles y algunas tecnologías convencionales demandan grandes cantidades de agua para su operación, las energías renovables como la solar fotovoltaica y la eólica requieren un consumo hídrico mínimo, lo que las convierte en aliadas estratégicas para enfrentar la creciente crisis hídrica global.
Una de las tecnologías emergentes que ejemplifica esta sinergia es el hidrógeno verde, producido a partir de la electrólisis del agua utilizando energía renovable. Este proceso no solo ofrece una fuente limpia de energía sin emisiones de carbono, sino que también plantea un uso eficiente y sostenible del agua como materia prima; abriendo la puerta a un futuro energético menos dependiente del petróleo y más respetuoso con el medio ambiente.
Sin embargo, no todas las energías renovables tienen el mismo impacto sobre el recurso hídrico. Por ejemplo, las plantas hidroeléctricas y los biocombustibles de primera generación suelen tener una huella hídrica considerable debido al volumen de agua que requieren tanto para producción como para procesamiento. En contraste, la energía solar y eólica destacan por su bajo consumo de agua, limitándose principalmente al mantenimiento y limpieza ocasional de paneles o turbinas.
La gestión sostenible del agua en el contexto de las energías renovables también se refleja en innovaciones como las biofactorías, que combinan el tratamiento de aguas residuales con la generación de biogás para autoconsumo energético. Estas instalaciones permiten no solo reducir la huella hídrica y las emisiones de gases de efecto invernadero, sino también reutilizar el agua y recuperar nutrientes, promoviendo un ciclo más cerrado y eficiente del recurso.
En regiones con estrés hídrico, como muchas zonas de México, la adopción de energías renovables representa una doble solución: por un lado, reduce la presión sobre los recursos hídricos al minimizar su uso en la generación eléctrica; por otro, facilita el acceso a agua potable mediante sistemas solares que alimentan bombas y procesos de purificación, mejorando la resiliencia de comunidades rurales y urbanas.
Además, la integración de sistemas solares en procesos de depuración de agua, como las ecolagunas, permite una operación autosuficiente y con menor impacto ambiental, disminuyendo costos y eliminando la dependencia de fuentes no renovables. Esta combinación de tecnologías es fundamental para avanzar hacia una gestión hídrica más sostenible y eficiente.
Así, la relación entre energías renovables y agua es un componente esencial para construir un futuro sostenible. La transición energética no solo debe enfocarse en reducir emisiones, sino también en preservar y gestionar responsablemente el agua; un recurso vital que enfrenta crecientes amenazas por el cambio climático y el aumento de la demanda global. La innovación tecnológica y las políticas públicas serán claves para potenciar esta sinergia y asegurar un equilibrio entre energía y agua para las próximas generaciones.
Y precisamente durante la tercera edición de Women’s Energy And Sustainability Summit (WESS 2025), evento a celebrarse el próximo 2 de julio en JW Marriott Reforma y que trae por tema central el de Crisis Hídrica, abordará en su tercer panel la conjunción entre las renovables y el agua.
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